¿Quién paga la fiesta de la logística inversa?

Nos hemos acostumbrado a recibir cualquier compra a golpe de un clic. Pero, ¿qué sucede con todos los paquetes que recibimos y que, al final, decidimos devolver? Las empresas, en su feroz competición por ganarse al cliente y de equipararse al retailer tradicional, han dado todas las facilidades para devolver aquellos artículos que, una vez en nuestras manos, no nos convencen. Así han conseguido llevarse al consumidor, reticente de comprar sin ver, sin probar o sin tocar, de la calle a la pantalla. Se han ganado su confianza con el concepto de devolución gratuita, pero ¿quién está pagando la fiesta de la logística inversa?

El consumidor ya está habituado a comprar en línea. También a devolver. Nos hemos acostumbrado a imprimir etiquetas, volver a empaquetar el producto y entregarlo a un mensajero en la puerta de casa o dejarlo en la panadería de la esquina, que ahora dedica también parte de sus metros cuadrados a ser un punto de recogida de artículos para los transportistas. Hablamos del mayor reto que tienen las empresas de e-commerce en la actualidad: el de la logística inversa.

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